FERIA
DE SAN PEDRO TELMO
Museo de la Ciudad de Buenos Aires
Breve reseña hecha por el creador y fundador de la Feria de San
Pedro Telmo
Orígenes y Fundamentos
Objetivos, Historia y Vida de un Lugar Encantador
La
Feria de San Pedro Telmo se inaugura en noviembre de 1970,
aunque la propuesta fue muy anterior.
Aún no existía el Museo de la Ciudad, fue una cuestión
absolutamente personal, mía. Pero deambulaba cuando el Museo se
creó en octubre de 1968 y se pudo manejar mucho más
insistentemente.
La Feria recién pudo inaugurarse en noviembre de 1970. Empezó
con treinta puestos, porque como era una actividad que nunca
había existido era bastante complejo llevarlo a cabo. Por otro
lado, habíamos elegido esa plaza, que es un cuarto de manzana,
en un barrio muy viejo, que en ese momento estaba deprimido. De
hecho, había habido ordenanzas, viejas, anteriores, que
contemplaban la demolición del valle entero. Nos salvó esa
constante nacional que es no tener plata. Entonces, como la obra
era muy grande no se llevó adelante.
En
ese momento cuando la Feria se inauguró no había anticuarios,
había sólo un anticuario que era la Casa Pardo. Era una casa muy
tradicional pero que había estado siempre en Sarmiento y
Reconquista, y cuando les pidieron que dejaran el local que
alquilaban, los indemnizaron. Con esa plata compraron una casa y
la arreglaron, con la indemnización nada más. Eso está hablando
de lo que eran los alcances económicos del barrio. A este
anticuario la idea no le interesó, fue la primer persona que
vimos para integrar a la Feria y dijo que él no era para feria,
que tenía su negocio.
La Feria se inauguró con 30 puestos que eran los puestos que
tenía la Municipalidad para las Ferias Francas, ferias al aire
libre. Tenían una estructura de hierro con un techo de lona
gris, así fue como comenzó.
Los
permisionarios se consiguieron de la forma más insólita, por lo
siguiente: esto se inauguraba durante la Semana de Buenos Aires
la cual fue instituida en el año 1968 por el Intendente. Como la
semana dentro de la cual estaba el Día del Patrono San Martín de
Tours, para que la gente (una de las cosas más inteligentes que
yo he vivido que fue desvirtuada después) de la Ciudad festejara
a su ciudad. No era para que se hicieran actos oficiales. Se
hacían, pero el objeto era que su gente festejara la Ciudad. A
mí me nombraron en la comisión de organización, y entre las
cosas que ese año yo propuse fue lo de la Feria.
El Intendente estaba en conocimiento absoluto porque fue una
propuesta que yo le había hecho antes de existir el Museo. Gente
que trabajaba con él no estaba tan de acuerdo. Pero al
presentarlo, se le presentaron todos los actos de esa semana del
año 1970, y a él le pareció bien inaugurarlo.
Uno de los de la contra dijo: -Pero no hay tiempo, hay solamente
un mes, y es muy poco tiempo.
El intendente me preguntó: -¿Usted lo puede hacer?.
Yo le contesté que sí, si me daba libertad.
El me dijo: -La tiene.
Y entonces, lo que yo no sabía era que todo lo que sucedía en
esa semana lo informaba el Intendente 24 horas antes por radio.
Entonces, ¿cómo hacía yo para tratar de conseguir gente que
fuera a instalarse en esto que era absolutamente insólito? Y se
nos ocurrió, junto con la gente del Museo, que era poquísima en
ese momento -creo que éramos 4 personas-, sacar por nuestra
cuenta avisos en 3 diarios, que fueron: Clarín, La Nación y La
Prensa, donde decía: "¿Quiere vender sus cosas viejas? Hágalo en
una plaza. Informes Sarmiento 1551".
Y así fue como llegaron: conseguimos 28 personas, eran 30, y
como tenían que ser 30 obligué a dos amigas de una de mis
hermanas a que estuvieran en esos días ahí, y tuve éxito en
primera instancia. Entonces fue llegando más gente, hasta que
nos dimos cuenta que era indispensable hacer un plano con
divisiones y una reglamentación.
El control era absoluto del Museo; los inspectores para hacer
cumplir el reglamento eran del personal jerárquico del Museo y,
por supuesto, fue infernal. Sigue siéndolo porque es mucho
trabajo hacer cosas, pero más trabajo es mantenerlas. Lo que sí
es importante es cómo se llenan los lugares vacíos: se juntan
por lo menos 4 vacantes que se producen nadie sabe cuando.
Cuando alguien se va o muere; generalmente si la gente se va no
tiene la amabilidad de avisar que se va, nos damos cuenta cada
tres meses cuando se hace un sorteo de lugares. Es como una
renovación del permiso, el que no aparece para renovar perdió el
puesto.
La razón por la cual la Feria fue creada fue triple, la que dio
origen fue que hubiera una feria que nunca había existido en
Buenos Aires, que era muy común en Europa, lo era en Montevideo
donde estaba la Feria de Tristán Narvaja y estaba también en
Santiago de Chile lo que en ese momento, no sé si seguirá
estando, se llamaba el Mercado Persa, pero acá nunca había
habido.
Paralelamente iba a ser una sala al aire libre del Museo porque
todo lo que ahí se vende forma parte de casas de Buenos Aires
que es nuestro tema, y la tercera razón era que al inaugurar esa
Feria, la gente iba a ir y redescubriría en algunos casos el
barrio viejo, o en la mayor parte de los casos lo vería por
primera vez.
Paralelamente, a medida que pasaba el tiempo, hacíamos trabajos
de investigación sobre los edificios que rodeaban la plaza,
sobre la iglesia, sobre las calles cortadas, e íbamos mandando o
tirándonos el lance de artículos y gacetillas en la radio, no
necesariamente en televisión, eso realmente no se daba, y en
diarios, en revistas, artículos.
Hubo un éxito fenomenal desde el primer día. Ya a los 3 meses
estaban los 270 puestos que hay en la actualidad.
Hay un reglamento, un horario de salida y de entrada que es
estricto, es de 10 a 17 horas. Si a las 10.30 el permisionario
no tiene armado el puesto, no lo puede armar. Y si lo empieza a
armar, lo tiene que desarmar, porque en muchos casos es la
modalidad criolla decir "llego más tarde". Como viene, se
vuelve. Como yo voy todos los domingos los miro, y si no se
quiere ir tiene doble falta que queda en el legajo de cada
permisionario. Allí está toda su vida de relación con el Museo,
y la misma reglamentación aclara que la sanción es un
apercibimiento, un llamado de atención, y una falta grave, y
entonces hay proporciones de unos y de otros, superado lo cual
pierde el puesto y lo pierde por 3 años, luego se presenta a
sorteo como cualquier otro.
El sorteo lo hicimos porque nos pareció que era útil y justo,
pero nunca nos imaginamos que iba a ser tan excelente el
resultado. Hay una inscripción de lunes a viernes hasta las 15
horas cuando se firma el cierre, entonces entre el lunes y el
martes se pasan en limpio las listas con la gente que se
inscribe con su nombre y dirección, y al miércoles se hace un
sorteo público a las 10 de la mañana. Se hace con bolillero y
entre los inscriptos se elige una persona quien controla las
bolillas, las mete en el bolillero y después 2 o 3 personas van
dando vueltas y van viendo los números; después esa gente que
intervino firma el acta del sorteo correspondiente al día tal
del mes tal del año tal, gracias a eso no tienen cabida las
tarjetas de recomendación de nadie. Le doy una anécdota: Cae una
persona, pide una entrevista y muy altaneramente viene acá de
parte del Senador Equis para que le den una puesto en la Feria
de San Telmo, le explicamos todo el funcionamiento, entonces
esta persona dijo: -Me parece que ustedes no han escuchado el
Senador Equis me dijo que ustedes me tenían que dar.
Hizo pasar la tarjeta del senador con una firma, le dijimos que
no y se enojó, insultó. Entonces le dijimos "la entrevista
terminó", y nos dijo "devuélvame la tarjeta". Le dije que de
ninguna manera, que esa tarjeta venía dirigida a mí y quedaba
conmigo. Él dijo: -Esto no va a quedar así. Y se fue.
Como a la hora le digo a Eduardo, actual vicedirector del Museo:
-¿Sabes que se me ocurrió?, voy a llamar al Senador.
Llamo al Senado y pido hablar con el Senador, me costó un poco
de trabajo, pero al final vino. Cuando me preguntaron por qué
asunto era les digo: -Por un asunto oficial, yo soy el director
del Museo de la Ciudad y he recibido una tarjeta del Senador.
El diálogo fue genial porque me presento muy amable, y él dice:
-Usted dirá.
-No, necesito que usted me diga porque una persona equis, con su
nombre, con su tarjeta vino diciéndome tal cosa.
Entonces le explique cómo era la inscripción, se hizo un
silencio, y lo que me contestó fue increíble.
-Bueno, yo honestamente no sé quién es esta persona. ¿Sabe lo
que pasa, Arquitecto? Uno recibe tanta gente y hay veces que uno
se los tiene que sacar de encima de alguna manera…
-Le anticipo que el funcionamiento de la Feria, para que otra
vez no lo molesten a usted, es tal, tal y tal.
Entonces, el Senador dijo muy irónicamente:
-Muy democrático.
-Aceptablemente democrático. Respondí.
Es muy posible que él no haya dado la tarjeta para sacárselo de
encima, pero como esto ha sido así desde siempre y toda mi gente
es exactamente igual de puntillosos que yo, nos echamos una
determinada fama que al final nos ayudó muchísimo. Además es
raro que sigamos manejando algo hace 34 años. Sobre todo porque
la continuidad en la Argentina es algo inexistente: donde hay
continuidad hay buen funcionamiento porque hay como una
consubstanciación con el hecho, y en esto que es solamente
trabajo porque nosotros en esto no ganamos absolutamente nada.
Con el personal del Museo recorremos los puestos y les decimos:
-Saque esto porque es nuevo. Tengo mucha práctica en esto porque
aparte el tema me interesa y no pueden creer que yo pase y les
diga:
-¿Y ese florero?
-Ah, es muy antiguo.
-No, es comprado en las tiendas de todo por $2 posiblemente en
el local de la calle Corrientes.
Esto es verdad, porque yo también recorro esos lugares. Tenemos
algunos enemigos porque dicen que nosotros tenemos poder. Lo que
nosotros tenemos, y eso sí aplicado a la Feria, es el trabajo,
el control de que lo que se venda sea viejo no puede haber
puestos de artesanías, al principio había, por una razón muy
simple: como no existía otra Feria sacando la de Filatelia de
Parque Rivadavia y la de pájaros de Pompeya, venían, habían
tantos lugares y les decíamos que sí. Pero en el año 1974 en el
gobierno de Perón, sacaron una disposición en la Secretaria de
Cultura que no querían que hubiera más artesanos porque en ese
momento quisieron copar la Feria, entonces los permisionarios
juntaron a toda la Feria, porque querían que los integrantes de
la Feria tuvieran un contacto franco y directo con el Museo de
la Ciudad, a lo cual se paró uno y dijo: -Lo hemos tenido desde
el primer día-. Dijeron que ellos nos querían apoyar para que la
cosa sea transparente, entonces se paró otro y dijo:
-¿Transparente?, más que transparente-. Entonces esta gente
dijo: -No, es que ustedes son los que no fallan nunca, los que
domingo a domingo se sacrifican y van...-. y se oyó una voz que
dijo: -Sí pero nosotros vamos al mango, el personal del Museo se
traga los domingos de arriba-. Entonces, ahí quedaron muy en
claro muchas cosas: que lo nuestro era absolutamente
transparente, se recibe a todo el mundo cuando quiera, somos lo
más comprensibles posible. Hubo un caso, no el único, pero uno
de los claves: un hombre que tenía un puesto dejó de ir, le
mandamos una notificación, apareció un día y después volvió a
dejar de ir, le mandamos otra notificación, después dos y no
aparecía, y le mandamos la tercera diciendo que esta era la
definitiva y apareció la hija y nos dijo: -Miren yo encontré la
carta, mi padre no la vio y yo lo que les quería decir es que mi
padre está muy enfermo acá traigo las radiografías,
tiene 3 meses de vida, mírelas...
-No, no miramos nada. No puede usted jugar con eso. Dígale que
no venga, que vaya a la Feria cuando tenga ganas.
A los 3 meses se murió o sea que asistimos a la muerte del
señor. Eso ha pasado, por eso es esa la relación tan particular
que hay entre la gente, el museo, y la gente de la Feria.
Nosotros hemos visto casarse gente, sus primeros hijos, ir a la
primera comunión, ir al casamiento, ir al bautismo de los
chicos.
Por ejemplo, la primer empleada del Museo, que era de carrera,
era jovencísima, cuando entró se consustanció en al acto con
todo lo del museo y con la Feria, se jubiló hace un año y medio,
dos años, pero ella la quería mucho a la Feria, es un personaje
con una memoria tremenda. Sabía como se llamaba cualquiera, ¡Son
270!. Hubo momentos en que dejó de suceder que a fin de año se
hiciera una comida, se hacían comidas, ahora se volvieron a
hacer, no se juntan todos. Se juntan menos, pero es muy
pintoresco.
Existe como una especie de vida familiar: en una familia hay
discusiones, pero es una familia. Es fascinante, y la
experiencia nos demostró muchas veces que eso repercute
muchísimo en el público que va. El domingo de los sombreros, por
ejemplo, armamos un jurado, pero lo armamos siempre con gente
del público, y yo paré a una señora que tendría unos 50 años. Me
pongo a hablar y le digo que íbamos a hacer este concurso para
elegir el sombrero más raro, más pintoresco y simpático. Y le
pregunté si quería formar parte del jurado. Ella era española.
No lo podía creer. Fue parte del jurado, se divirtió, y en un
momento dado cuando termina le agradecemos mucho y le pedimos
que nos acompañe al puesto de informes, entonces miró y dijo:
-¿Por qué?. Y le contestamos: -Porque le vamos a dar un diploma,
porque usted puede contar esto pero no se lo van a creer-. Ella
dice: -Es que no lo puedo creer, yo viajo por todas partes del
mundo y nunca me he encontrado con una explosión de vida como es
esta de acá y que además me involucren-. Entonces le dije: -Si
usted hubiera dicho que no, era no-. Le dimos el diploma y se
fue chocha de la vida. Todas estas son ideas que se me ocurren y
a las que se pliegan los otros. Podrían no plegarse, he hecho
algunas otras a las que no se han plegado.
Lo que a nosotros siempre nos ha ayudado es algo simplísimo y
elemental, pero que la gente no aplica: nosotros podemos
quedarnos fascinados con lo que se hace en otra parte del mundo
pero si lo queremos aplicar partimos del carácter nuestro.
Muchos dicen: "¿Por qué las normas acá no son como en Suecia y
en Alemania?, allí nadie tira papeles". Es que acá no somos ni
suecos ni alemanes: somos argentinos; nosotros partimos con ese
conocimiento y por eso fuimos muy estrictos, somos muy
estrictos. Y yo tengo gente que es muy, muy amiga y le bajo la
caña exactamente igual, y no me enojo ni nada. Le digo: -José,
discúlpeme; pero si yo me paro a conversar con usted largísimo
tiempo cada después van a decir "Ah, usted tiene favoritismos"-.
Yo puedo tener favoritismos de afecto pero no en eso porque no
es mi casa.
Al principio estaba prohibida la venta de ropa porque en el año
1970 mi experiencia en ferias en Europa era un asco, porque el
mercado de pulgas se llamaba así porque la ropa tenía pulgas.
Acá le empezaron a decir mercado de pulgas y nosotros dijimos
que no aceptábamos ese nombre porque no tenía nada que ver y
conseguimos erradicar el nombre.
Los festejos del cumpleaños de la Feria no existen en ninguna
parte del mundo. Es casi equiparable, no voy a decir que sea tan
importante, pero en cuanto a delirios al Carnaval Veneciano.
Durante 6 años, durante 6 u 8 meses practican, hay un grupo que
hace años hace fonomímica pero con diferentes temas, yo tengo
filmado cosas de la Feria, uno lo mira en el video y la gente
está cantando. Tiene mucha gracia, la gente no lo puede creer.
Son esos reales valores con identidad que obviamente la parte
oficial generalmente no tiene en cuenta, considera que es un
plus que está ahí.
Por primera vez hemos sacado las bolsas de la Feria, que se
entregan con cada compra. Eso se propuso antes, se hizo antes
pero no funcionó, ahora sí funcionó y es la mejor publicidad. Lo
del puesto del coleccionista también se me ocurrió, empezó en
50centavos. Ahora está en 5 Pesos, pero empezó siendo "todo por
50 centavos". La gente de la Feria es muy difícil porque durante
2 años hicimos el domingo del coleccionista hasta que yo dije:
"no tengo porque yo torturarme para algo que es absolutamente y
exclusivamente para la Feria"; por ejemplo se decía: "Domingo
del coleccionista de jarras" y yo pasaba y había 4, 5 jarras. No
puede ser. Estaba anunciado en los diarios porque antes La
Nación venía y sacaba fotos del Domingo del Coleccionista, y,
¿cuánto vale una cosa así en un diario?. Entonces yo tenía que
ir por los puestos y decir: -Por favor, Fulano, esto va al
puesto del Coleccionista, ustedes quedaron en hacerlo-. No podía
ser, esto era en beneficio de ellos. Esto era en base a dos
posibilidades: que vendieran la pieza y lo otro era esa
publicidad general. En un momento dado me harté, y se suspendió
hasta que ahora se volvió a retomar. Pero sigo trabajando porque
me divierto, esto ya lo sublimé. Hay una cosa que nos ha ayudado
a nosotros, los que integramos el Museo, porque también se
jubiló hace bastante la que fue mi segunda. Ella entró al Museo
como a los 6 o 7 meses. Ella trabajaba en el Museo de Arte
Moderno, una mujer muy capaz que había estado en los teatros
independientes y tenía un gran sentido del humor. Nosotros
llegamos a sublimar la cosa porque además, esta misma
informalidad está en las otras cosas y es lo que a nosotros nos
dio mucho entusiasmo y nos sigue dando: el Barrio de San Telmo
existe porque se instaló la Feria, no hay otra razón. Porque
nosotros nos preocupamos en hacer esos artículos, porque
hacíamos las disposiciones, porque nos tragábamos la Feria, pero
¿qué sucedió? Todos empezamos a ver cómo desaparecía la frutería
"La Marina" y se ponía un anticuario, desaparecía la casa de
electricidad y se ponía un anticuario, cómo después empezaban a
mudarse a vivir algunos de los que tenían puesto, porque era un
lugar barrial donde se podía vivir. Nosotros cuando caminamos y
vemos ese mundo de gente, decimos: "Es nuestro". Podrán decir lo
que tengan ganas, sabemos que si no hubiera sido por el trabajo
que hicimos no existiría. Además, y esto es rotundo, en el año
1956 se hizo una ordenanza municipal por la cual todo el barrio
sur iba a ser barrido, se iba a demoler para hacer la parte
nueva de la Ciudad y hubo un gran plan con un arquitecto catalán
al frente. Hubo un ente regulador de la Zona Sur en donde se
salvaban algunas cosas pero también se establecía que la manzana
x, la otra y la otra iban a ser demolidas para hacer plazas.
Tampoco funcionó y eso hacía que las casas se vendieran por el
valor del terreno. ¿Quién iba a hacer una obra para que se la
barrieran después? En el año 1979 conseguimos sacar la Ordenanza
de Preservación, el trabajo de investigación. Para esto había
empezado en el Museo y vimos que el Consejo de Planificación
Urbana estaba con intenciones de hacer un estudio de eso.
Entonces nos conectamos y nos juntamos, y sacamos adelante la
Ordenanza, pero aprobada por Secretaria Pública, por el
Intendente, y por supuesto, por el Consejo de Planificación
Urbana que era el que hacía las reglamentaciones. Y por
reordenamientos internos el Consejo de Planificación fue
prácticamente desmembrado, entonces yo pedí los 3, porque eran 3
de Planeamiento y 3 del Museo, que vinieran a formar parte del
Museo y trabajamos 13 años la zona y no teníamos ni para un
lápiz. Es imposible no querer una cosa así, lo cual demuestra
que todo se puede hacer. Y si estamos como estamos es porque no
nos tomamos el trabajo y dijimos: .-Ah, no. Que lo haga otro-, o
salimos a criticar lo que los demás hacen, sin hacer un pepino.
Por ejemplo: te para la señora que está barriendo la vereda,
porque también hacíamos bailes en las calles, y me dice:
-Ingeniero, ¿Cómo le va? ¿Cuándo hacemos el próximo baile?-.
Cuando recorríamos la zona histórica o nos querían o nos
odiaban, nos amenazaban de muerte. Pero eso porque la
caminábamos.
Yo he dado una charla el sábado en Capilla del Señor termino
explicando lo que era el Museo de la Ciudad: que estaba hecho en
base a donaciones y que además el patrimonio es para gozarlo, no
para sufrirlo. Y cuando estábamos después tomando un vino y
sándwiches aparece una de las personas que había estado, con una
plaqueta de bronce del Centenario de 1910 para donarla para el
Museo. Y yo le digo: -Déjelo para el Museo de aquí, de Capilla
del Señor que están empezando a hacer-. Me dijo: -No, porque
esto es de Buenos Aires. Usted nos dijo que los lugares tienen
que tener identidad. Esto es de Buenos Aires y quiero que lo
tenga usted-. Y me lo dio. Acabo de darlo para que lo agreguen a
la colección. Mucha de la gente de la Feria nos prestó para las
primeras exposiciones. Me lo daban sin recibo firmado ni nada. A
veces yo firmaba un recibo, otras veces quedaba en dárselos y no
se los daba, pero como venían se devolvían. No pocas veces
terminaban dejándolo en donación. Es una relación muy especial.
Yo les he dicho más de una vez que el día que yo me jubile, si
me echan, voy a seguir yendo a la Feria exactamente igual que
ahora y que todos estos años. Que voy a estar mirando y le voy a
pasar el dato a los de acá (el Museo) de lo que esté mal. Es
como una especie de droga. El objetivo hoy es reafirmar la Feria
cada vez más y aumentar esos hechos como el de los disfraces que
le den una absoluta y arrolladora personalidad, la manera de
atender, que la Feria se consolide como un bloque fuerte, que
cualquier ataque que se le haga por equis razones se estrelle
contra la realidad, tratar de mantener la unidad, que siga
teniendo el mismo criterio, con sorteo y cambio de lugares. Esto
es por varias razones: la principal es que al cambiar de lugar,
aunque las cosas sean iguales parecen distintas. De esa manera
se termina conociendo mucho más la gente entre sí, es como un
enganche más. Los premios que damos para los concursos, que no
son en plata, es simplemente que los que sacan el primer premio
pueden elegir el puesto y ese puesto no va a sorteo. Los premios
salen de las fiestas de los disfraces, por ejemplo. Unos de los
que estuve viendo en la filmación de hace 3 años eran tres
puestos que se juntaron, se disfrazaron y se llamaron "San Telmo
es un gallinero": se disfrazaron de gallina y un gallo, con
ropas cubiertos con plumas, zapatos que parecían las patas de
los pollos y se pasaban desde las 10 de la mañana una sentada en
un nido poniendo huevos, cada tanto se levantaba y otra la
reemplazaba; después bailaban, picoteaban, se metían con el
público. La gente no lo puede creer, es una cosa sensacional.
Está el premio al mejor arreglo del puesto y caracterización,
hay premio a solo arreglo del puesto y para caracterización; son
3 categorías. Esto se hace en la semana de noviembre dentro de
la cual esta el 11 que es el día del Patrono. Generalmente es la
segunda semana de noviembre, el primer domingo y el segundo
domingo de cierre de la semana, para esos días algunos de los
que arreglan puestos no venden, los del gallinero eran 3 puestos
unidos y ahí no vendía nadie, había una de ellas que vendía
huevos. La gente le preguntaba si eran antiguos.
Hubo una señora que se murió, gran cantidad de gente de los
primeros se murió, ella tenía 86 años, estuvo 20 años en la
Feria y en ese tiempo liquidó 3 maridos. Después por ejemplo
hubo una señora que se vestía de dama antigua, era muy bonita,
rubia, muy fina, tipo 1910. Tenía una mesa, su puesto era mucho
más chico. Vendía muñecas. Un día yo estaba en unos de mis
veinte mil recorridos dominicales y escucho a dos personas que
hablaban y que decían: -Bueno, a mí se me ha hecho tarde, yo no
puedo quedarme, pero me gustaría volver el domingo que viene,
entonces vamos encontrémonos. El otro dice: -¿Y cómo hacemos?
-Nos encontramos al lado de la dama antigua.
Entonces dije: "esta persona no cambia más de puesto", porque
estaba al lado de una escalera. Se lo dije y ella dijo: -Bueno.
Esa señora tendría en ese momento 60, conoció a un periodista
menor que ella y se casaron en la Plaza. .
(Extracción de una charla informal con el Arquitecto José María
Peña, ex Director del Museo de la Ciudad de Buenos Aires)
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Primer
Puesto Oficial |
Primer
día de la Feria |
Tercer
semana |
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*Imágenes gentilmente cedidas por el Arquitecto José María
Peña y el Museo de la Ciudad.
Comisión Representativa de Permisionarios de la Feria de San
Pedro Telmo |